Honradez intelectual, Antony Flew, maravillas de la naturaleza, zigoto, mente infinita.
- Imbúyase de honradez intelectual, en el entendido de que al adoptar esta valiente actitud usted estará asumiendo el compromiso de hablar con la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad.
Al asumir este compromiso usted También estará en la línea de destacados personajes de la historia que tuvieron el coraje de practicar la honradez intelectual, como es el caso de Antony Flew, filósofo inglés que durante más de 50 años fue el ateo más conspicuo del mundo, pero que hacia el final de su vida declaró: que “Ahora creo que el universo fue traído a la existencia por una inteligencia infinita.”
- Considere las maravillas de la naturaleza, por ejemplo, la estructura y funcionalidad de la célula, prodigiosa entidad con la que empieza la vida. Un botón de muestra: en cada uno de los cromosomas de la célula hay una cuerda larguísima en forma de espiral (el ADN), tan larga que si estirásemos las que hay en los 46 cromosomas que tiene una a célula y las juntáramos una a continuación de otra, alcanzarían una longitud aproximadamente igual a la mitad de la circunferencia terrestre. En medios científicos se dice que la acomodación de objeto tan largo en un espacio microscópico, es “una portentosa proeza de ingeniería”.
O este otro botón de muestra: en sus inicios el embrión humano (el zigoto) no es más que una masa informe de células, peo pronto algunas de éstas, las protocerebrales por ejemplo, empiezan a emitir señales químicas para atraer a otras células iguales a ellas que prontamente responden a esas señales emprendiendo viaje para encontrarse con aquellas, y aunque se topan en el camino con células diferentes a las protocerebrales, ninguna de ellas se pierde o se confunde de identidad. Y todo estolas células lo hacen a su debido tiempo, pues son maestras en el control del tiempo. Las protocerebrales no emiten a destiempo sus señales químicas porque saben esperar a que sea su hora. Actúan como seres vivos a los que un poder supremo les ha dotado de mente[1].
- Ahora pregúntese si estos prodigios de la naturaleza pudieron haber sido producto del azar. Pregúntese también, siguiendo una conocida alegoría, si un huracán pasando repetidas veces sobre un desguazadero es capaz de armar y poner a volar un Jumbo jet 747.
Complemente lo anterior preguntándose si los prodigios de la naturaleza no fueron más bien producto de una mente infinita que los hizo posible.
- Si responde que esos prodigios fueron producto del azar, también deberá preguntarse si esta respuesta es más razonable que la de que fueron producto de una mente infinita.
- Contéstese a todas estas preguntas con absoluta honradez intelectual y percibirá en su ser una profunda satisfacción espiritual, incluso por haberlas contestado de esa manera.
[1] Deepak Chopra, en “Conocer a Dios».
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